Raúl llegó a mí como cualquier otro cliente: a través de un anuncio publicado en redes, sin tener ni una opinión de referencia sobre quién era o qué hacía Pepe Romera, y con un negocio entre manos que pendía de un hilo.
La pandemia acababa de llegar y Raúl, que era entrenador personal, de esos de llevar gente a su centro de entrenamiento y enseñarle a mover su cuerpo para conseguir unos objetivos. De pesarte y medirte para saber cómo avanzas… veía que ya no podía hacer nada para seguir con su modelo clásico de negocio.
Fue entonces cuando apareció mi anuncio, que de alguna forma, tal y como lo cuenta el propio Raúl, le motivó a mover el culo, tal y como él hace con sus clientes y clientas, para digitalizar su negocio y empezar a captar y ayudar clientes de manera totalmente online.
Y vaya si lo hizo.
En cuanto empezamos a hablar, vi claramente que me encontraba ante un emprendedor nato, que antes de acabar de crearle su embudo ya estaba metido en otros dos proyectos, cada uno más ambicioso que el anterior.
Raúl tenía fe ciega en el proceso, pero como buen empresario sabía que no toda la responsabilidad recaía sobre lo que nosotros le hiciésemos como agencia, sino que él tenía que aportar mucho de su parte para poder sacar adelante su empresa, Magiafit.
Nuggets, píldoras de contenido, muchas entrevistas y toneladas de casos de éxito copan sus redes sociales, prueba de que lo que hace es sin duda una gran labor basada en la experiencia.
Poco después fui yo el que me puse en sus manos, y joder: puedo asegurar que no he pasado más hambre en mi vida, pero lo que promete es cierto. Las abdominales acaban saliendo.
Pero bueno, al lío.
Te estarás preguntando de qué forma ayudamos a Raúl en su proceso de digitalización de su negocio de entrenadores online. Pues la respuesta es tan sencilla de decir como compleja de explicar: le creamos un embudo para conseguir clientes en piloto automático.
Como ya te he dicho, Raúl tenía mucho adelantado en sus redes, además de todo lo que le quedaba por hacer, así que nuestra labor era, básicamente, asegurarnos de que todo ese polvo que levantaba con su esfuerzo llegase a buen puerto en forma de clientes interesados en ponerse en sus manos.
Y vaya si funcionó.
- Un spot donde tocábamos los puntos de dolor concretos de las personas a las que Raúl podía ayudar (incluso en la distancia).
- Un webinar automatizado dedicado a convertir ese interés en clientes materiales, dispuestos a invertir tiempo y dinero en mejorar su salud gracias a Raúl.
- Un sistema automatizado, a base de páginas sencillas pero directas, mails muy personales y una agenda digital que se llenó de manera automatizada a los pocos días de lanzar sus campañas.
Como siempre, ningún éxito es de una sola persona, ni mucho menos mío, pero en este caso todos -incluido Raúl- hicimos muy buen trabajo en tiempo récord para conseguir traerle clientes en piloto automático y no solo salvar su negocio, sino despertar en él una «chispa» digital que ha propiciado que ahora mismo tenga varios proyectos digitales en marcha.